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Foto del escritorUnidos por la Paz Alemania

Exigimos la protección de la población civil palestina

Toma de posición a propósito del aniversario número 75 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos


El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de la ONU proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en París. Hoy la guerra en Gaza nos recuerda que los derechos humanos de la población civil no pueden darse por sentados, sino que deben ser, igual que hace 75 años, promovidos, defendidos y reivindicados como condición fundamental para la vida y la paz.


Desde el ataque del grupo fundamentalista Hamás en el sur de Israel a principios de octubre pasado, que resultó en violaciones y asesinatos indiscriminados a más de mil personas, somos espectadoras, de nuevo, del horror de la guerra. Este acto demencial no tiene justificación. Tampoco la tiene la desmedida reacción del gobierno israelí, cuyos bombardeos indiscriminados en Gaza han segado la vida de varios miles de personas inocentes, la mayoría niños y niñas. No existen argumentos válidos para justificar ninguno de estos hechos. Las atrocidades de ambos bandos de esta guerra son una debacle de la razón, la compasión y un desprecio evidente de los fundamentos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona” (Art. 3).


Unidas por la Paz expresa su solidaridad con todas las víctimas y quienes las lloran. Su dolor, su tristeza y su rabia son comprensibles. Como colectivo político nacido para respaldar la paz, creemos que el diálogo y rehumanización de la población civil son la única solución posible para todo conflicto armado. El cese inmediato de la guerra recae sobre todo en los actores armados implicados: el poder ejecutivo israelí y los grupos fundamentalistas en Gaza.


No obstante, el gobierno alemán, claro benefactor de una de las partes en conflicto, también tienen toda la responsabilidad de defender la supremacía de los derechos humanos. Esta guerra no solo se libra con misiles y balas, sino también con palabras deshumanizantes y estigmatización. La condena al antisemitismo existente en todas las orillas políticas, igual que la lucha contra el antipalestinismo, la islamofobia, el racismo y cualquier incitación al odio, es una tarea de todos los actores de esta sociedad.


Lamentamos la prevalencia de un ambiente político dogmático en el que generadoras de opinión en Alemania no puedan, o no quieran diferenciar entre civiles palestinas y militantes de Hamás. Asimismo, rechazamos a quienes ven como culpables a las personas de origen judío o a la ciudadanía israelí por las acciones militares del gobierno israelí. No distinguir entre actores armados y no armados conduce a la deshumanización y, con frecuencia, a la justificación de atrocidades innombrables.

 

Rechazamos la justificación del asesinato de población civil palestina como si fuera un “mal necesario” para expulsar a Hamás. Aceptar estos asesinatos sería aceptar que la población civil palestina no tiene el mismo derecho universal a la vida y la a libertad como lo tiene la población civil israelí. Ninguna responsabilidad histórica, culpa en herencia o “razón del estado” puede ser excusa para pasar por alto o desestimar el asesinato de civiles. La sospecha generalizada a la que somos sometidas las migrantes que nos manifiestan en solidaridad con Palestina sigue la misma lógica xenófoba de culpar a la población extranjera de problemas internos. 


El apoyo incondicional expresado por el gobierno alemán al israelí, acompañado por el envío masivo de armas a la zona de conflicto, está en contradicción de los más elementales valores democráticos. Así, Alemania muestra una imagen de potencia mundial que instrumentaliza el discurso de los derechos humanos, ensalzándolos cuando es conveniente, pero dispuesta a ignorarlos si van en contra de los intereses de sus aliados. De esta manera, el gobierno alemán perjudica gravemente su propia credibilidad en la promoción de los derechos humanos, sobre todo en un contexto geopolítico en el que los autoritarismos ganan terreno frente a las democracias. Una postura democrática coherente implicaría usar palabras claras y posiciones firmes ante cualquier violación de los derechos humanos.


Nos preocupa que gran parte de la prensa y las y los políticos tanto de gobierno como de oposición alemana califiquen tan a la ligera la crítica a la política israelí como presunto “odio a Israel” o antisemitismo. Para superar un conflicto es necesario entender su contexto, esto no significa justificarlo. Israel es un país rico, industrializado y aliado de grandes potencias occidentales, con una enorme capacidad militar y que pretende ser democrático. Como tal, debe atenerse a normas mínimas de respeto a la vida y la dignidad humana. Sus aliados occidentales deberían velar por el respeto a los derechos humanos y exigir su cumplimiento. No obstante, estas potencias aliadas de Israel, tales como Alemania, niegan aún a Palestina el reconocimiento como un Estado. Callan ante el desplazamiento forzado de la población palestina, ante el bloqueo político y económico que lleva a su privación de recursos vitales como el agua. El empobrecimiento y la falta de reconocimiento político son factores que propician el surgimiento de grupos fundamentalistas como Hamás, que desprecian la seguridad y la vida de civiles en Israel y Palestina.


En los medios y el debate político alemán deberían tematizarse las causas de este conflicto. El negacionismo no conducirá a una solución. El compromiso histórico de defender la existencia del estado de Israel por parte de la sociedad alemana no va en contra de la defensa y promoción de los derechos humanos de la población civil palestina en Gaza y Cisjordania. 

 

Los castigos colectivos en Gaza son inaceptables. El uso de fósforo blanco y los bombardeos a los campos de refugiados e instalaciones de la ONU deben ser condenados por las democracias occidentales de la misma forma en la que se critica el terrorismo de Hamás. La política de asentamientos en Cisjordania, calificada ampliamente por altos organismos de derechos humanos como ilegal, debe detenerse y revertirse. 


La defensa de los derechos humanos es obligatoria en la búsqueda de la paz. Es urgente revalorizar y fomentar los espacios de encuentro e intercambio entre civiles israelíes y palestinas con miras al reconocimiento mutuo. Estos espacios existen en oriente próximo y también en Alemania. Los diálogos entre culturas necesitan un lugar en los medios y la atención de las y los políticos, y no solo las voces que llaman al odio y a la estigmatización. A 75 años de su declaración universal, el gobierno y la sociedad alemana deben revalorizar la superlativa importancia de los derechos humanos: es la búsqueda de la paz, y no la guerra, la que merece apoyo incondicional.


Unidas por la Paz – Alemania

Berlín, 10 de diciembre de 2023



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